Ayer domingo volví a disfrutar,
después de muchos años, de una gran película: El Show de Truman. Personalmente creo que es el mejor trabajo de Jim Carrey.
Seguramente que buscando por la red
encontraréis miles de análisis sobre la película. Pero yo quiero hacer mi
propio análisis.
Para empezar decir que es un guion
brillante. Desde el minuto uno, coloca al espectador (es decir nosotros) porque
recordemos que en la peli hay dos tipos de espectadores, en una difícil situación.
En una posición más que incomoda se podría decir. Desde el minuto uno tenemos
mucha más información que el protagonista. Y a la vez que el guion nos coloca
en esa posición privilegia de información (recordad que la información es
poder) nos coloca emocional e irremediablemente junto al protagonista, junto a
Truman.
En el avance los minutos de la
película, es increíble cómo somos testigos en primera persona de que con un
entorno controlado y un plan minuciosamente elaborado con anterioridad pueden
manipular nuestra mente. Inducirnos de la manera más normal y sencilla ciertos
miedos…fobias…temores…que harán que nosotros mismos vayamos por el camino que
han construido precisamente para ello, sin “obligarnos” directamente.
Cómo esa sociedad aparentemente
perfecta para nosotros, con sus problemas del día a día es verdad, pero que nos
mantiene en nuestro espacio de confort “controlado” se convierte de la noche a la
mañana en un estado policial si nuestra forma de actuar o pensar se sale del
guion establecido. Y eso ocurre en la película.
Porque desde el mismo instante en
que nacemos, nuestras vidas ya están controladas, dirigidas hacia un punto
exacto. Desde nuestro barrio… ciudad… país… continente… nuestra forma de
pensar, nuestras creencias religiosas… nuestra manera de ver la vida y la
sociedad… ya está todo elaborado, empaquetado y entregado podríamos decir. Sin
apenas espacio a que nuestra mente pueda cuestionarse nada.
El final de la película, con un
claro enfoque religioso, nos muestra que si el ser humano quiere, puede
realmente ser dueño de sí mismo. Pero como en la cinta de Peter Weir el ser
humano tiene que enfrentarse al Creador, a todo, si realmente quiere ser libre.
Y solo entonces tendremos delante de nosotros un futuro sin controlar,
imprevisible. Esa puerta oscura en el inmenso fondo azul que vemos en la
película.
¿Todos somos Truman? Preguntaría.
Por cierto, solo quería recordaros que mañana martes habrá un nuevo capítulo de "La historia de la ciudad sin árboles" aquí en mi blog. Gracias.